Un mundo de
expresión es su mirada.
Y un
lenguaje, su cola en movimiento.
Su lamido es
un beso al sentimiento.
Y con él, la
familia es prolongada
Al escuchar
del amo una llamada,
es el eco, su
ser, en cumplimiento.
Y al
despertar un hueso su contento,
su inefable
humildad se ve pintada.
Compañero de
amor en la tristeza.
Resignado
guardián en el encierro.
Y lealtad, de
la cola a la cabeza.
En
consecuencia, se comete un yerro
(hiriendo al
animal en su nobleza)
cuando al
villano se lo llama perro.
(HENRY KRONFLE)
|